Cosquín Rock 2025: la emoción tercerizada
17/02/2025
La última edición del Cosquín Rock 2025 dejó algunos ítems que nos llevan a replantear la crítica de rock y pensar que lo que aprendimos de críticos como Lester Bangs o Greil Marcus, para citar algunos, quedó en libros que juntan tierra en estantes de la biblioteca. El negocio, fue marcando un camino que va en línea recta, y en el momento que un productor quiera hacer una curva, se la pone contra un árbol. Es decir, el Cosquín Rock 2025 fue el algoritmo perfecto puesto al servicio del público, que no tuvo ni un momento de distracción para pensar en la mercancía, es decir, en la música. Las bandas fueron un relojito en sus sets, no dejaron hits sin tocar y los mismos tenían la misma disposición que te lo arma Spotify. Por lo menos si hubiera sido que estrenaran un tema nuevo, pero creo que ese desvarío solo lo hizo Las Pelotas. Germán Daffunchio, es un gran compositor, lo avala ser un ex Sumo, pero la gran mayoría del público tal vez a este dato histórico no lo registre. El problema en este relojito suizo de alta precisión que son esta especie de festivales es que se cae en la repetición.
La grilla del Cosquín Rock 2025 tuvo pequeñas modificaciones con respecto al año anterior y contra todos los pronósticos, la vuelta de Los Piojos, que parecía iba a reventar la taquilla y poner cartel de sold out el domingo, no sucedió. El cartelito se colgó el sábado. Este día tocaron Divididos, Babasónicos, La Vela Puerca y NTVG, entre otras. Es decir, la cantidad hizo la diferencia. De esto se desprende, que al público le da lo mismo ver rock, cumbia, trap y cuarteto. Sus mentes se ampliaron y si había un grupo de folclore también lo vitoreaban.
En esta nueva era, el rol del crítico de rock está desdibujado, porque en el momento que te dan la famosa credencial, la tarea es mirar, escuchar y ofrecer un texto o comentario acorde con el momento y contexto en el que se está produciendo la manifestación artística. Pero la gran mayoría, va a celebrar y decir yo estuve. La excusa perfecta para no involucrarse, y evitarse problemas a futuro como quedarse afuera de la próxima edición o eventos de la misma productora se da en forma de pregunta: qué voy a criticar cuando las cuentas cerraron por todos lados?. Público feliz, bandas y solistas exultantes y el productor comprando valijas para poder llevar la recaudación a un lugar seguro. Es menester destacar que Skay no terminó su show porque adujo problemas técnicos. Los que conocemos a Skay desde la época en que era guitarrista de una banda masiva llamada Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, sabemos que el hombre es un meticuloso del sonido y que sus pruebas no concluyen hasta que todo esté a la perfección. Se fue con un cierre que todo artista querría hacer. Le dejó al público “Todo un palo” y “Jijiji”, dos himnos dentro del cancionero rockero argentino.
Los Piojos contagian entusiasmo, pero no emocionan. Las dificultades para concretar la vuelta puso una coraza en los corazones de un público que hasta ese momento le era fiel. Algunos lograron sanar las heridas, pero entre ellos, a pesar de la buena energía que quieren transmitir desde arriba del escenario, quedaron cicatrices que a pesar de estar curadas, se ven a simple vista: es duro que Micky Rodríguez no esté. ¿Este sería el rol del crítico? Marcar estas imprecisiones. Prestar atención con un oído afinado a las nuevas propuestas que hay en festivales como éstos y descuidar a bandas ya consagradas. La respuesta es imposible. Los medios que aún sobreviven en este mundo globalizado están peleando cabeza a cabeza para tratar de mantener una pequeña porción de lectores o escuchas que les permita lograr la tan bendecida pauta publicitaria.
Un hecho que sí tiene que mencionar un crítico de rock, es que por primera vez en la historia de este festival, Rosa Profunda e Hijos de la tormenta, dos bandas de Córdoba, cerraron un escenario y que la banda del momento, Winona Riders, tocó antes que ellos. Obvio, nadie iba a poner a los Winona en el mismo horario en que Los Piojos decían “Hola Cosquín”, pero en estos eventos de varios escenarios, dónde todos quieren estar, muchas veces sacrifican público por el hecho de pertenecer y llevarse las regalías después de SADAIC.
Verlo al trader, Carlos Maslatón en el VIP, el mismo que en un momento bendijo a Javier Milei hasta que se dio cuenta que no era una buena inversión y empezó a ser crítico del actual presidente, también marca un cambio de época. Antes en los VIP había gente del ambiente musical mezclado con productores y periodistas de rock. Después, entraron modelos, gente del espectáculo, políticos y empresarios. Hoy, en esa especie de zoológico ya hay financistas. Es decir, Mick Jagger sigue jugando en punta. Antes de ser cantante de los Stones, estudió economía. Muchos músicos quedaron en la ruina a pesar de haber llenado grandes estadios por malas inversiones. Hoy, eso cambió.
Y, por último, el rock le perdió el miedo al poder de turno. ¿Será pasajero? Esta edición, a diferencia de la anterior, lo encontró al león adormecido, porque de tanto pelearse con los artistas, no le prestó atención a un negocio de criptomonedas que fracasó. Su reputación de líder mundial quedó reducida a un chanta que estafó a su propios votantes; tal vez una parte de esos votos estaban en el público del Cosquín Rock 2025. Espero que esta emancipación continúe porque si bien hay una idea errónea de que el rock es contracultura, es bueno contradecirla para afirmar que nació y continúa siendo un negocio. En la red social X, un crítico de rock que vio el festival por el canal que lo transmitió hizo un par de observaciones que son interesantes mencionar y que lleva a la polémica que no termina de cerrar: “rock y política”. En uno de sus posteos se refiere a esta cuestión de la siguiente manera: “Nada más triste que el entertainer que hace una declaración política en su concierto de festival icónico, especialmente cuando el concepto vertido jamás fue parte de su obra: comunmente se llama demagogia, demagogia barata. Vale también para modificaciones de letras ad hoc”.
Volviendo al tema de la canción que sepamos todos que se hacen carne en estos tipos de eventos, el mismo crítico reflexiona diciendo lo siguiente: “El cover de una canción popular de artista icónico del pasado en festival icónico por parte de estrella emergente es una de las formas más bajas de golpe de efecto para llamar la atención en la prensa y redes sociales. Por qué nunca es noticia una canción nueva excitante?. Fueron muchas las bandas que recurrieron a los covers y a la famosa cultura del featuring que dejó de ser solamente en grabaciones sino que ahora es obligatoria hacerlo en vivo.”
Se viene el Quilmes Rock, un festival de similares características que el Cosquín Rock, con la diferencia que se hace en Capital Federal, es decir, el público no va a poder apreciar las montañas, que tiene los mismos artistas con algunos agregados. Otra vez, un festín para influencers, empresas y un golpe al hígado para los críticos de rock. Qué van a criticar si todo es una fiesta. Importa hacer una escucha atenta cuando todos están festejando, incluso hasta los periodistas mismos porque los que tienen la suerte de ser acreditados como estrellas, obtienen un montón de beneficios que los obliga a reflejar las mieles del éxito, porque no tiene sentido ser el amargado que justo quiso empezar la dieta el día antes del banquete. Acá, hay que poner freno de mano y hacer una pausa para que las burbujas no empañen los ojos ciegos bien abiertos. Esa especie de comunión entre prensa y músicos ya se vivió, hasta que una bengala nos puso a todos a repetir como loros una palabra que estaba solo en el diccionario: “ignífugo”.
Estuve en 24 ediciones. En ésta no me acreditaron. Lo viví a través de la radio. La única limosna que recibe el pueblo trabajador y que piensa en cuidar lo poco que tiene antes de endeudarse para comprar un ticket. Esa onda de radio, esa transmisión, hace pensar que todavía la revolución es posible y que se puede soñar despierto. No vi la montaña, pero la noche me regaló una imagen hermosa de la luna, en un cielo estrellado que pude percibir a través de la ventana de mi balcón. Hasta el próximo festival siempre.
Las fotos que ilustran este texto fueron extraídas del sitio Cosquín Rock en la red social X
Texto: Carlos Rolando
Edición: Sandra Peralta
Correcciones: Matías Lapezzata
Rossana Vanadia
Excelente. Aunque, para mí, los covers de los que habla el crítico por X, resignifican y dan valor a los originales. NN a Seru, en su momento Catriel a Spinetta. Y no le quitó mérito a quiénes se ponen al poder político. Eso no es demagogia. Sino todos los serían/mos. Gracias por tu crítica tan necesaria.
Gonzalo Viñas
Muy buena crítica.
Por más que no coincido en muchos aspectos. Sería largo explicar y soy vago para eso
Comparto lo que dice el comentario de R Vanadia.
Es loable que no se trasluce el (casi legitimo) resentimiento por no haber sido acreditado