Un chulengo en una localidad llamada La Travesía
26/01/2025
Rodrigo
Rodrigo Sturtz, además de ser skater, es cocinero desde que aprendió a caminar. Practicando el deporte de tabla, del cual es un reconocido animador en el ambiente, en una charla con Luchi Cristóbal, el hermano de Leandro “Lele” Cristóbal, le comentó sobre una nota que leyó del chef y un par de días después, estaba trabajando en la cocina de Café San Juan. En este lugar encontró los que hoy siguen siendo sus amigos, además de contar con los de su infancia. Con ellos, no sólo comparte charlas sobre comidas, también patinan y disfrutan escuchar las bandas de rock que los marcaron en la niñez y que todavía suenan en el momento de poner las ollas y sartenes sobre el fuego.
Los platos de Rodrigo tienen ese bagaje, que acabo de describir. Es decir, a un asado banderita, le agrega la melodía que le faltó a los Sex Pistols, pero sí tuvo The Clash. A esa tira de carne cortada bien finita que se hace vuelta y vuelta a fuego fuerte, él le agrega unas papas doble cocción y los pickles con el sabor que te remite a su casa familiar, a esos domingos, dónde se reunían para almorzar y hacer de la sobremesa un ritual.
Las empanadas y los buñuelos de acelga, te hacen poner en acción las papilas gustativas para tratar de descubrir qué marca la diferencia en lo segundo y qué condimento le da ese sabor tan especial en lo primero. Además de ser visual, por la forma en que están presentados los platos, también entra a jugar lo auditivo. La música que suena en El Chulengo es elegida por Rodrigo. Por ende, es la mixtura perfecta entre comida y sonido. Lo más llamativo y los que poco saben es que la cocina es silencio. Es decir, en el mismo instante que el primer bocado entra a la boca, uno se abstrae de la realidad para explorar ese plato que estaba en el menú y que uno eligió. En esa fracción de segundos, casi religiosa, uno llega a la conclusión de que la elección fue o no correcta.
En tiempos de influencers, sobresaturación de programas de cocina y de escuelas, es bueno reflexionar que la nueva generación está creciendo sin paladar, porque se han perdido esos orígenes familiares, dónde siempre había alguien que cocinaba e impregnaba tu olfato con una salsa de tomate bien preparada. Una vez, que se aprobaba esa materia básica, venía el resto. Rodrigo le agregó a ese conocimiento iniciático, experiencia y paladar exquisito. El claro ejemplo son las papas fritas del sanguche de bondiola de cerdo. El punto justo, nada aceitosas y que te permiten saborear ese corte de cerdo que se desarma en la boca. Mi idea no es hacer una reseña, símil, crítico culinario, sino tratar de poner en palabras lo que no pude explicar al momento de comer. Mi alma, cuerpo y materia, solo agradecían estar sentado en ese lugar ubicado en La Travesía, Traslasierra, Córdoba, Argentina.
Rodrigo Sturtz pone en palabra lo expresado en el texto que acabás de leer:
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Laura Bussot
En pandemia, Laura, fue a comer con una amiga a Peperina, el nuevo destino de Rodrigo, después de dejar Capital Federal. La idea era que ese día, iba a conocer el cocinero que “Maru”, la esposa de Nitu, el responsable de ese local le había hablado. Pero, esa noche los planetas no se alinearon. El día que la luna iluminaba todas las montañas, fue en el cumpleaños de una amiga en común, donde se conocieron. Resumiendo, la historia, fue amor a primera vista. Laura estuvo con Rodrigo en esa etapa de aislamiento por una enfermedad llamada coronavirus. Fue su contención. Laura es pastelera y está incorporando en El Chulengo, su arte. Si bien, los finales felices se dan solo en streaming, es digno de una escena de Fellini ver cómo les brillan los ojos a Rodrigo y Laura cuando ambos intercambian opiniones sobre los platos que están saliendo para que los presentes se hagan un festín de sabores.
Si hay texto, también hay audio
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Noe
Noe, además de trabajar en cultura en La Paz, un pueblito cercano a La Travesía es la que se encarga de ofrecer y hacerte saber de una manera puntillosa que contiene cada plato. Como así también, cuál es el menú del día. De manera amable y con una sonrisa que deja en claro que le gusta lo que está haciendo, te lleva por diferentes caminos y cuando te das cuenta, la combinación de entrada y plato principal fueron la alquimia perfecta. Sumado a que la bebida viene a la temperatura que tiene que estar, los vasos si son de cerveza, vienen fríos, el pan calentito y si te queda algo de resto es para el postre. Noe tiene manos perfectas para prepararte el fernet, como ningún barman premiado en el mundo podría hacerlo. Vi que preparó otros tragos y que la gente repitió. Tal vez, sea uno de los talentos escondidos que están haciendo florecer. Lo tiene a Rodrigo, como guía. De esta dupla puede salir un buen producto.
Scottie
El origen de Il_Scottie, como reza su muro de Instagram, tiene punto de partida en sus movimientos similares a los de Scottie Pippen, el ex jugador de la NBA, que brilló en los Chicago Bulls, entre otros equipos. Il_Scottie, además de ser el bachero de La Travesía, está cada vez avanzando más casilleros y se puso en los puestos de vanguardia de la cocina, para auxiliar a Rodrigo cuando la comanda está al rojo vivo. “Al lado de Rodrigo, estoy aprendiendo un montón”, fueron las escasas palabras que salieron de su boca. Como buen punk, está absorbiendo como esponja los conocimientos del arte culinario, como así también en las charlas que se dan en al cierre de la noche, dónde aparece la famosa frase: “una cerveza o fernet más y nos vamos”. En este caso, las mismas fueron sobre ropa, música, dibujantes, skaters y anécdotas, como la que contó Rodrigo Sturtz, sobre el día que conoció a Ian Brown y las alitas de pollo frito que pidió, porque eso lo remitía a su barrio en Manchester.
Goyo
Gregorio Araoz de Lamadrid es propietario de un viñedo y hotel boutique en la zona. Su pedigree, me gusta más que genealogía, remite a Gregorio Aráoz de Lamadrid, el militar que peleó junto a Belgrano, fue ayudante de campo de San Martín, estuvo en todas las batallas y entreveros y luego sufrió los sinsabores al participar en las guerras civiles en el bando unitario. Es decir, el combatiente que nunca se rendía y sobrevivió a 15 heridas de sable, bayonetas y una bala. Toda esta introducción es para decir, que el hombre no tuvo ningún reparo al momento de requerirle una entrevista para dejar en claro los problemas que están atravesando los empresarios vitivinícolas como así también para hablar sin tantos titubeos al momento de las preguntas. Goyo, a pesar de tener su propio restaurant en su finca, es asiduo comensal de El Chulengo, sabiendo que Rodrigo no tiene en su carta, ni sus vinos ni su vermú. Eso demuestra la calidad de esta persona, que fue con su hijo y tal vez nietas (no me animé a preguntar) a degustar la comida que prepara Rodrigo. Si la nueva generación, elige este lugar, hay que prestar atención, porque el camino está bien iluminado.
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Noe
En este caso, esta Noe, no es la persona que te recibe con una sonrisa en El Chulengo, sino que utiliza el mismo gesto para recibirte en el dispensario de La Travesía. Mi primera noche de estadía en las cabañas 7Vidas, un grano o lunar, se va a dilucidar cuando vaya al dermatólogo, que tenía en el brazo derecho cercano al codo, produjo una mancha de sangre en una sábana blanca impecable. Cristina, la propietaria del lugar, el domingo hizo las primeras curaciones, pero desde el lunes y hasta el jueves que me volví, Noe fue la encargada que esa pequeña herida que quedó, cicatrizara a la perfección sin infectarse y al mismo tiempo pudiera disfrutar de la pileta y el sol. El último día, cuando estaba recibiendo el alta, por decirlo de alguna manera, apareció Flor Salomon, la encargada de salud de La Travesía y fue al unísono la frase: “Salud pública, siempre”.
Chicha
La Chicha es el personaje del pueblo. Su abuelo, un inmigrante de Siria, fue uno de los primeros en arribar a este lugar sin saber hablar una palabra en castellano. Buscaba en la montaña la mezquita para orar. La Chicha, es un personaje de rock, su fecha de nacimiento, le da dos años menos que Skay, el ex guitarrista de los Redondos. A diferencia del segundo que es músico, ella al arte de combinar los sonidos y silencios se lo da a las empanadas que hace como así también a sus milanesas, que son las preferidas por muchos turistas que vuelven a La travesía para volver a tener ese sabor en sus paladares. Los aplausos vienen de la nueva generación que la invitan a jugar un truco o un pool y le ata los cordones de los zapatos. Pasan los años, pero la astucia no se pierde.
Plato final
Agradecimiento a Marco o Marcos, nunca entendí bien su nombre, un reconocido carnicero en la zona por los chorizos parrilleros que hace y que tuve la suerte de probar, en un asado del domingo al mediodía que era familiar pero que él agregó unas porciones más para que pudiera disfrutar con Sandra, el alma mater de este sitio y la persona que me acompaña desde hace muchos años. A “El chileno” y su familia porque no solo nos hizo probar sus empanadas, sino que en los cruces callejeros siempre preguntó si necesitábamos algo. Ramiro, Héctor y Cristina por estar siempre a disposición en la cabaña que habitamos en 7 Vidas y a los chicos que nos vendieron unos productos regionales momentos previos a subir al colectivo que unía La Travesía con Villa Dolores. Por esas casualidades que tiene la vida, el emprendimiento era de los padres de la chica que todos los días me vendía las cervezas y otros alimentos en la despensa cercana a la cabaña. Hasta el próximo viaje, siempre.
Texto y edición de audios: Carlos Rolando
Diagramación, correcciones y otrasyerbasrock.com: Sandra Peralta
Este sitio viajó a La Travesía con fondos propios, es decir, lo que acabás de leer y escuchar no es una pauta publicitaria.
Para saber más de Rodrigo Sturtz: