A 50 Años de la Misión Apolo 11. Dos discos para escuchar
18/07/2019
En el marco de la celebración de los 50 años de la Misión Apolo 11, la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) organizó charlas itinerantes por diferentes lugares del país, a cargo del doctor Livio Gratton. El martes 23 de julio a las 18:30 hs Plaza Cielo Tierra será escenario de la charla en Córdoba.
Gratton es investigador de la CONAE y ofrecerá un recorrido minuto a minuto de la misión, desde el lanzamiento en Cabo Cañaveral, hasta el amerizaje en el Océano Pacífico. También pasará por las diferentes etapas de la trayectoria hacia la Luna, el histórico alunizaje del 20 de julio y la vuelta al campo gravitatorio terrestre. Durante la presentación se hará hincapié en las decisiones y destrezas de los hombres involucrados, que permitieron el éxito de la misión, así como en los desafíos y logros tecnológicos superados con los elementos disponibles en la década del 60.
Las placas de la presentación serán intercaladas con numerosos videos que permitirán recrear la emoción y ansiedad de esos ocho días épicos. La charla no tocará el tema de la música pero www.otrasyerbasrock.com si lo hace. Antes, lo importante:
¿Dónde? Plaza Cielo Tierra, ubicado en Bv. Chacabuco 1300, dentro del Parque de las Tejas de la ciudad de Córdoba (barrio Nueva Córdoba).
¿Fecha? Martes 23 de julio.
¿Horario? 18:30 hs.
¿Costo? La entrada es libre, gratuita y no requiere inscripción previa.
Dos discos que no fueron el Apolo 11 pero volaron la cabeza como si estuviéramos en el espacio:
The Who: Tommy
Con sus tres primeros discos, The Who se habían consolidado como estrellas. También con sus arrolladores directos, con cuatro músicos de primerísima categoría y una potentísima puesta en escena. «Tommy» sería lo siguiente porque el mundo ya estaba preparado para ello. Y Pete Townshend tenía la historia… La presunta viuda del Capitán Walker da a luz a Tommy («It’s a Boy»). Años después, su marido vuelve a su casa y descubre que su esposa vive con una nueva pareja, a quien mata en una pelea. Para protegerse, la madre y el asesino le dicen a Tommy que él «ni vio ni oyó nada», tras lo cual el muchacho sufre un trastorno por estrés postraumático. Se vuelve sordo, mudo y ciego. Los años pasan y Tommy queda inerte. Sufre abusos. Una prostituta le trata de dirigir hacia la plena conciencia mediante los alucinógenos, pero Tommy no pierde sus discapacidades. Sin embargo, sí consigue llamar la atención con su espectacular destreza jugando al pinball, que domina gracias a su único sentido disponible: el tacto. La familia Walker visita a un médico que determina que las discapacidades del niño son psicosomáticas. Tommy mira su reflejo en los espejos de la casa hasta convertir el hábito en una obsesión. La señora Walker acaba por romper todos los espejos en los que Tommy se mira en busca de sí mismo. La acción de su madre destruye el bloqueo mental del muchacho, quien recupera sus sentidos y el habla. El acontecimiento convierte a Tommy en una figura pública, una especie de mesías. Y con la adulación llega el despotismo y la vanidad del chico, quien pronto pasa de amado a repudiado. Finalmente, se refugia en su interior y queda flotando entre sus propios sueños.
Abanico de obsesiones
The Who grabó el disco durante ocho tortuosos meses entre el otoño de 1968 y la primavera de 1969, días de trabajo inagotable que puso a la banda al borde la locura. «Tuvimos que hacer muchas de las pistas de nuevo. Nos llevó tanto tiempo yendo atrás y adelante con las canciones que acabó por volvernos locos. Estábamos sufriendo un lavado de cerebro por el tema y comencé a odiarlo. De hecho, después sólo escuché el disco un par de veces», recordaría Entwistle. Townshend llevó a la banda más allá con un álbum que lograba colmar su abanico de obsesiones. Por ejemplo, los abusos sexuales, de los que fue objeto en su niñez. O la búsqueda de una paz interior que por entonces estaba muy de moda con los gurús. O la forma en la que la vanidad convierte en imbécil a un tipo, de la noche a la mañana. Townshend no solo tuvo la enorme habilidad de contar una historia interesante a lo largo de una inspirada sucesión de canciones, sino que también supo traducir en una obra todas sus ambiciones musicales.
El disco en sí era un enorme reto. Había multitud de arreglos, de capas de instrumentos y de cambios de tonalidad. Tampoco eran ritmos convencionales, aunque para eso contaba con dos fieras como Moon y Entwistle. Obviamente, el trabajo de Daltrey fue también irreprochable y lo consagró como uno de los grandes vocalistas del momento. También el propio Townshend se reivindicó como guitarrista, por más que se alejara conscientemente del peligro de ejecutar solos interminables. De hecho, no había solos en «Tommy», y sí extraordinarios e infinitos riffs. El álbum también contó con la sucesión de acontecimientos inesperados que mejoraron el resultado final. Uno de ellos es la introducción del pinball en la trama y que daría lugar a la que quizá sería la pieza más popular del álbum, «Pinball Wizard».
David Bowie: Space Oddity
“Control terrestre al Mayor Tom. Tomá tus pildoras de proteínas y ponete el casco“, así arranca la canción “Space Oddity” de David Bowie. El artista imaginó la historia de un astronauta que padecía una depresión durante una misión al espacio. Un sonido especial, distinto al que se escuchaba por aquellos días; un folk rock que marcaría los primeros pasos del artista inglés.
El tema se conoció el 11 de julio de 1969, pocos días antes de la llegada del Apolo 11 a la Luna. El mundo tenía puesta su mirada en la aventura espacial. La BBC musicalizó la hazaña de los astronautas Neil Armstrong, Michael Collins y Buzz Aldrin con el tema de Bowie. Pero hubo un error: el cantante la compuso influenciado por “2001 A Space Odyssey”, que el director Stanley Kubrick había estrenado un año antes.
Su primer disco de 1967 con influencias folk, guiños a la música de cabaret y el rock, simplemente había sido un fracaso. La historia de 2001: Odisea del Espacio llegó en el momento justo y fue como un portal de entrada a un mundo psicodélico que Bowie venía experimentando en su vida personal, pero no tenía correlato en la música. Cuando se conoció la noticia del despegue del Apolo XI los planetas se alinearon. La carrera por conquistar el espacio se había acelerado. La humanidad estaba a punto de ver cómo el hombre pisaba la Luna y Bowie pensó que era un buen momento para componer una canción que sonorizara ese hito del siglo XX.
Por esa época, Bowie vivía un romance con una inglesa de clase media llamada Hermione Farthingale, una bailarina que había conocido trabajando para una obra llamada The Pistol. “Yo vivía en una casa muy linda de Clareville Road, con otras seis personas, y David se mudó conmigo. Nuestra habitación era en el ático y veíamos un árbol desde la ventana. Ahí David escribió “Space Oddity”, recordaría con el tiempo Hermione, que le rompió el corazón a ese muchacho sensible de Brixton.
“Space Oddity” se grabó oficialmente en junio de 1969 en Trident Studios, en el centro de Londres. David Bowie utilizó una guitarra acústica de 12 cuerdas y el famoso stylophone. La banda de sesionistas se completó con Mick Wayne en guitarra, Herbie Flowers en bajo, que participaría en el álbum Transformer de Lou Reed, y Terry Cox en batería. El tema se editó el 11 de julio, unos días antes del lanzamiento del Apolo XI. Fue una jugada comercial maestra de Bowie para sacar provecho del inminente aterrizaje lunar. La BBC tocó la canción durante la cobertura del evento y se convirtió en el primer gran éxito de David Bowie al entrar en el top 5 de Gran Bretaña.