Último recurso: un montaje frenético y lleno de humor para mostrarnos el sentido de la vida
13/05/2023
En Último recurso, de Matías Szulanski, hay un principio vital que no todas las películas poseen, y muchas veces parece haberse olvidado en el cine y en las artes en general. El de salir a filmar, o a hacer lo que sea, partiendo de un presente que no espera un mejor momento. Las cosas son ahora, y lo que hace falta es el arrojo para tratar con las ideas con lo que se presenta a mano, una disposición a la acción que traduce ideas en una obra, con límites precisos en función de los recursos materiales a disposición, pero que por esa misma condición se expande, crece y circula por las calles de las ciudades dormidas sobre formularios.
Último recurso estrena en los cines de Córdoba un doble movimiento. Es decir, el film no está solo esperando en la sala a oscuras, sino que sale en la búsqueda de los espectadores de ocasión, quienes deberán ser intrépidos y estar abiertos a las ofertas de otro principio de realidad: el de un cine de acción que se desenvuelve en un universo microscópico, pero que a su vez traza un mapa de una ciudad y de un mundo.
En la película, “Último recurso” es el nombre de una revista impresa a la que se le pasó el cuarto de hora. Como a toda publicación impresa que supo hacer gala de plumas incisivas y un periodismo literario que funcionaba tracción a sangre, el mundo contemporáneo, es decir digital, le ha jugado una mala pasada… ahora que todo se busca en internet y las investigaciones se hacen enviando un mensaje, la redacción, habitada por una vieja guardia adicta a la radio a transitores y al pucho, es un páramo. No hay velocidad para anticiparse a nada, y los días de trabajo parecen transcurrir camino al vacío total.
Pero de un momento a otro, entregas anónimas en la sede de la revista despiertan la curiosidad de una periodista. Motivada por la intriga, y acompañada de su ladera, una nueva integrante del staff que está de aprendiz, emprenden juntas una investigación desopilante en una Buenos Aires medio desierta.
Al parecer, se ha obviado en la historia del periodismo argentino, el triunfo de nuestro país en el que sería el primer mundial del siglo veinte. Pero ese, siendo el tema, no es más que un accidente. La verdadera acción de Último recurso sucede en la potencia de cada escena, compuesta por una sucesión de planos en un montaje en donde nada deja de cumplir una función narrativa. Lo extraordinario, o la verdadera aventura entonces, será dejarnos llevar de plano en plano, de escena en escena, subidos a un viaje a través de un sinfín de acciones menores, cotidianas, a veces absurdas, pero que en el montaje propuesto aceleran la experiencia de lo real, proponen un nuevo contacto con el mundo y nos permiten imaginar una narrativa ahí donde probablemente no se vea nada a simple vista. Y esto no es menor, porque en la pequeña dimensión de las andanzas de esta dupla, muchas veces cómica y repleta de gags, la película no es nihilista, no expone el transcurrir de la vida de sus protagonistas sin ton ni son entregadas a la vacuidad y a empresas sin sentido. Más bien parece llegar para proponernos, desde el virtuosismo de un montaje frenético y lleno de humor, el goce por las pequeñas aventuras, es decir, para mostrarnos que el sentido de la vida está ahí nomás, a la vuelta de la esquina.
Crítica de Matías Lapezzata
Trailer: “Último recurso”