Escritos y charlas sobre cultura rock
18/12/2019
Dos de los 4 capítulos sobre literatura y periodismo de rock. Como bonus track, videos y audios para ampliar los mismos, que vas a ir viendo y escuchando a medida que se vayan publicando.
Textos de Carlos Rolando
Chapter I. El día que el espíritu de Tony Wilson revivió en nuestros cuerpos.
Año 2002. Miguel Peirotti, trabajaba en el Cineclub Municipal. Un día, nos invitó a un gran banquete. El mismo consistía en ver, 24th Hour Party People, en función privada. Los comensales, éramos pocos. Entre ellos, Martín Toledo y Dirty Ortiz. La película, de Michael Winterbottom, cuenta la historia de Tony Wilson, un presentador no muy conocido de televisión, que después de asistir, a un concierto de Sex Pistols, en Manchester, a finales de los años 70, se convierte en empresario discográfico y hace famosa a esa ciudad. Tras lanzar Factory Records, compra un local y pone The Hacienda, su propia discoteca, que termina siendo, una de las más conocidas del mundo.
17 años más tarde, domingo 15 de diciembre, estoy sentado con Dirty, en El Mentidero. Este conocido bar, de Güemes, abre por última vez y dice hasta pronto. Estamos festejando, la tristeza, de saber, que no vamos a estar más, en la grilla de los/as dee –jays, que pasaron por esa cabina, que tenemos enfrente. Pero algo sucedió. Un mensaje de whatsapp, anticipó la llegada de Martín Toledo. Al igual, que ese día, después de la proyección de 24th Hour Party People, volvemos a hablar de rock, recitales, reaparecen historias que parecían olvidadas y nos reímos, como cuando hicimos una fiesta y fueron la misma cantidad de personas que vieron a Sex Pistols, esa vez en Manchester. Es decir, 15, para agrandar la cifra.
Al final de la noche, se fueron agregando personas a la charla, vinieron los brindis generales, nos deseamos entre todos y todas, un feliz 2020. Nos fuimos, como en los viejos tiempos, bebiendo cerveza por la calle. Recuperamos el espíritu punk. En su mochila, Martín tenía un libro de David Foster Wallace. Este escritor americano, antes de quitarse la vida, escribió tres cuentos. Uno de ellos es “La muerte no es el final”. Cuando volvía caminando a mi casa, pensé que cuando todos/as hablan del deceso del rock y ya dieron por sepultado al punk, en esos momentos y ahora mismo, London Calling, de The Clash, a 40 años de su lanzamiento, está vigente como en el 79. En Inglaterra, en el gobierno no está Margaret Thatcher, pero está Boris Johnson y el Brexit divide a los ingleses. Es decir: nada cambió. La historia sigue siendo la misma. La única diferencia es que el álbum de los Clash, salió a escena un 14 de diciembre, es decir un día antes. Los milagros, si existen, se los pido a Papa Noel.
Chapter II – The Sonics
El 9 de noviembre del 2014, a las 21:37, los Arctic Monkeys decían presente sobre el escenario del Orfeo Superdomo. La banda del momento, estaba en Córdoba y las nueve mil almas que se hicieron presente, vitoreaban ese momento. Pero a las 20:07, en el mismo lugar, un terremoto sacudía los cuerpos de muy poca gente. Era The Hives. La banda sueca puso lo que había que poner e hizo subir la temperatura hasta niveles impensados. Esta vez, el orden de los factores alteró el resultado. La banda soporte fue la ganadora y la principal jugó de reserva. En el momento que los suecos liderados por Pelle Almqvist, reventaban mi cerebro, las pocas neuronas que lograba salvar, me decían que ese sonido en algún lado lo había escuchado.
El miércoles 11 de diciembre del 2019, Santiago Ramos, redactor de la web de FM Gamba, me envía una encuesta, que en uno de sus ítems, consistía en seleccionar tres discos internacionales de la época. Buscando en mis archivos, di con ese sonido que no podía descifrar: The Sonics.
La banda fue fundada en 1960 en Tacoma, Washington, por el guitarrista Larry Parypa, al que se unió su hermano mayor Andy también a la guitarra y, momentáneamente, otro hermano, el saxofonista Jerry. En los ensayos, la madre de los chicos, los ayudaba, tocando el bajo. Aparecía, la denominación literal del término garage amateur.
Sus primeras letras no eran más que un retrato de la cultura juvenil de los años sesenta, en las que hablaban de chicas, surf, autos y guitarras, aunque también incluyeron tópicos oscuros y provocadores (“The Witch”). Los psicópatas y las fuerzas demoníacas, tuvieron su canción (“He’s Waiting”). Se adelantaron veinte años al punk y en el 2015, después de cuatro décadas sin grabar, lanzaron al mercado: This is the Sonics. Este disco, tiene un sonido más refinado, pero la furia que mostraron desde el inicio, dice presente. El encargado de grabarlos fue Jim Diamond, que también hizo lo mismo con White Stripes, otra banda influenciada por los Sonics.
Mi llegada a los Sonics fue a través de Hablando de la Coca Sarli, un programa que se emitía, los sábados, hace no tantos años, en Radio Revés, la FM de la ahora, Facultad de Comunicación Social de la UNC. En ese envío radial estaban Gonzalo y Martín Toledo, Gustavo Ferreyra, más conocido como “tío” y, quien escribió este texto, que un día fue para contar sobre cómo había sido la experiencia de entrevistar a Isabel Sarli y se nominó solo para continuar siendo parte del envío. Meses más tarde, aparecía mi primer programa propio: Intoxicados por el rock and roll. Obvio, que sonaron los Sonics.